A pocos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, el pequeño Pueblo Turístico de Berdier (partido bonaerense de Salto) se prepara para rendir homenaje a la tortita negra con su esperada celebración.
La 10° edición de la Fiesta de la Tortita Negra, declarada de interés nacional, se realizará el domingo 16 de noviembre y promete ser un fiestón.
La convocatoria para este tradicional evento superó todas las expectativas de la organización y los cupos para Productores de Tortita Negra, Emprendedores y Puestos Gastronómicos ya se encuentran totalmente agotados.
Visitantes y locales podrán disfrutar de una tarde llena de propuestas, con artistas en vivo, Feria de emprendedores, gastronomía, entretenimientos y sobre todo muchas tortitas negras para degustar.
La grilla artística incluirá rock, reggae, cumbia, DJ y danzas folkloricas, con el DJ Maxi Pérez; “No es eso”, banda de Rock y Reggae; “Argentinos somos”, Ballet folklórico; “Diego Lugones”, grupo folklórico; y “Farsantes” de cumbia.
Cabe destacar que Berdier, pueblo de menos de 200 habitantes, se encuentra a unos 150 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, lo que lo convierte en una escapada ideal de fin de semana. Además, ofrece un paisaje campestre que sirve para desconectar del ritmo acelerado de la ciudad.
¿Cómo nació la Fiesta de la Tortita Negra?
Berdier fue fundado el 15 de febrero de 1910, gracias a la donación de tierras de las hermanas Hortensia y Corina Berdier en nombre de su padre, José Gregorio. Un año después, la inauguración de la estación de tren conectó al pueblo con distintos centros urbanos de la provincia y permitió el desarrollo agrícola, principalmente con la producción de trigo y maíz.
Con el cierre de la estación, Berdier, al igual que localidades rurales argentinas, sufrió un descenso en su población y actividad económica. Sin embargo, encontró en el turismo y en sus fiestas populares una forma de mantenerse vivo en contexto de crisis.
Así nació la Fiesta de la Tortita Negra, como una tradición para fomentar la actividad económica y preservar la cultura y, a su vez, como una manera de rendir homenaje a esa factura esponjosa, cubierta de azúcar negra, que acompañó a generaciones enteras de argentinos.










